La selva del Amazonas arde y el mundo lo contempla sin hacer nada. Dado que ya no vivimos en comunión con la naturaleza, le hemos perdido todo el respeto. No somos por tanto conscientes del sufrimiento de todas las criaturas que son presas de las llamaradas de fuego.
Este apático desconocimiento nos entumece y vuelve insensibles. Y la consecuencia derivada de él es que no se toman medidas efectivas para apagar el fuego lo antes posible y, así, salvar a las criaturas y vegetación que allí viven. A todos los indígenas autóctonos de la selva, además, el fuego les está privando para siempre de su hábitat natural y sometiéndolos a un sufrimiento terrible.
La selva amazónica es un paraíso natural único con la mayor flora y fauna de la tierra. Su relevancia para el clima mundial es enorme, ya que absorbe dióxido de carbono y es el pulmón verde del planeta; produce, además, el 20% del oxígeno mundial. El fuego en esta región, por tanto, no es un mero asunto local. El Amazonas es un bien común de la humanidad de la que esta se debe responsabilizar.
Solo podemos hacer frente a esta catástrofe si la consideramos un problema común y actuamos unidos. Es necesario cambiar la forma de pensar, y concienciarse de la consustancialidad y compasión universal con todas las criaturas. Que se salve el Amazonas antes de que quede destruido irreparablemente.
Maestro Zen Zensho W. Kopp
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